Días 14, 15, 16,
17, 18
Natchez, MS –
Nueva Orleans, LA – Houston, TX
Día 14.
“Plants need water much like men need money, some are
satisfied with little; some cannot flourish unless they have a lot…”
Apuesto que nadie había considerado esta analogía. Durante el último tramo del
Natchez Trace nos topamos con esta placa explicativa.
Hay que considerar
que este parkway de 440 millas se hizo para motoristas de los años 40s que querían
conocer la naturaleza sin bajarse coche. Por eso aquí hasta los basureros están
diseñados para tirar la basura desde la ventana.
Nos encontramos
con un pantano increíble.
Nos hospedamos en
una casa construida de 1890 con Zach y Shannon que nos recibieron con un cuarto
súper lindo.
Caminamos por el malecón a orillas del río. Ya para entonces Ale ya estaba harta de la fritanga y salimos a comer verduras a un restaurante Thai. En la noche salimos a un bar en Natchez under-the-Hill, lo que alguna vez fue otro pueblo de comerciantes debajo del peñasco donde esta Natchez. Aunque el río se ha llevado gran parte de este pueblo y el comercio ya no es lo que era antes, el bar sigue teniendo la atmósfera de Hukleberry Finn y los comensales son más platicadores que los piratas.
La casa estaba preciosa, pero viajar sin tripie tiene sus desventajas |
Caminamos por el malecón a orillas del río. Ya para entonces Ale ya estaba harta de la fritanga y salimos a comer verduras a un restaurante Thai. En la noche salimos a un bar en Natchez under-the-Hill, lo que alguna vez fue otro pueblo de comerciantes debajo del peñasco donde esta Natchez. Aunque el río se ha llevado gran parte de este pueblo y el comercio ya no es lo que era antes, el bar sigue teniendo la atmósfera de Hukleberry Finn y los comensales son más platicadores que los piratas.
Día 15. Nos
despertamos y salimos a desayunar a un restaurante recomendado por el barman
del día anterior "It's really cool! It's called The Castle because it
looks like a castle". Con esa descripción teníamos que ir. Y en realidad
el restaurante estaba en las caballerizas de una casa del siglo XVII que tiene
terminados en Neo Gótico. Desayunamos un rico buffet engordador y luego nos
unimos a un tour de la mansión Dunleith; un tour muy alegre con el historiador
de la familia... así es, sí existen. Lo que más nos gustó de esta casa es el
hincapié que hacen en que no son un museo sino una mansión con mucha historia
pero viva.
Pasamos a otra Mansión
llamada Rosalie en honor a una duquesa pipiris francesa. La casa es preciosa y
tiene tanta o más história que la anterior pero lo que no nos gustó es que es
tal cual un museo y el guía se estaba súper nervioso.
Nos regresamos a
la casa, empacamos y partimos hacia Nueva Orleans.
En el camino nos
paramos en Mammy's Cupboard, un restaurant que nos llamó mucho la atención y caímos como moscas.
Es obvio porque paramos (la arquitectura es muy peculiar) pero la comida no era
nada espectacular. Aún así comimos todo lo que nos dieron y luego un poco más...
terminamos con un pay de nuez (que Sebas pidió al mas duro estilo dictatorial
sin consultar con su amada esposa).
Llegamos a Nueva
Orleans la casa de Will, un músico que por más que quisimos que nos invitara a
su toquín se negó a darnos detalles. La casa estaba convenientemente ubicada a
cuadra y media de Esplanade Av. una zona súper linda.
En cuanto llegamos
a la casa de Will aventamos las cosas y caminamos a los French Quarters. Will
no nos advirtió que caminar de noche por esa zona no era la mejor idea y,
aunque no pasó nada, nos asustamos un poco cuando en una calle oscura un señor
en un porche nos grito "This ain't your corner boy!" Ale le apretó la
mano a Sebas, Sebas brinco y los dos aceleramos el paso sin buscarle
explicaciones a su comentario (O Sebas gritó como niña y corrimos).
Casas es Esplanade Av. |
Desde que Katrina
golpeó la ciudad los barrios no se han recuperado del todo y hay muchas casas
abandonadas. Hay tantas ya que hay una compañía especializada en sellar las
puertas y ventanas con placas de triplay y de lámina.
Nos asomamos a
Bourbon St., la calle más famosa y que no tiene, al parecer de Ale nada de especial.
Sebas pensó lo contrario cuando vio a unas muchachitas muy destapaditas. De ahí
nos fuimos directo a Frenchmen St. Entramos a D.B.A donde estaba tocando un
Brass Brand: un conjunto de 8 personas, cada quien con un instrumento de viento
distinto, haciendo un fabuloso ruidajal.
Después pasamos a
otro bar a escuchar a un grupo bastante principiante pero muy bueno de jazz en
Café Negril.
Día 16. Debemos
decir que sin la ayuda de Robin & Andrew nuestra experiencia en Nueva
Orleans hubiera sido muy distinta. Andrew creció en la ciudad y junto con Robin
su esposa se saben todos los recovecos para comer, tomar y oír buena música.
Las recomendaciones que nos mandó Robin las seguimos religiosamente y no la
pudimos haber pasado mejor.
Nueva Orleans es
una ciudad increíble. La fusión de los españoles, franceses, arcadianos (gente
de las marítimas canadienses), africanos, nativos americanos y minorías
alemanas y húngaras hacen que la comida, la música y la arquitectura sean como
en ningún otro lugar. Una mezcla de culturas semejante no puede mas que generar
grande cosas como el jazz, el zydeco y la comida creole/cajún.
Resulta que la
comida creole tiene influencia francesa “criolla” y es la que los chefs de los
ricos le cocinaban a los señores franceses y españoles que vivían en las
ciudades. La comida cajún también es afrancesada pero tiene ingredientes mucho
mas locales porque la desarrollaron los franco canadienses, que fueron
deportados de Canadá por los ingleses en la segunda mitad del siglo XVIII,
estos francófonos fueron recibidos con los brazos abiertos por los criollos
pero les asignaron tierras en medio de los pantanos para que las cultivaran. Por
eso la comida cajún tiene raíces en la comida campesina francesas, pero lleva
especias nativas, Así nace cosas tan maravillosas como Jambalaya, una especie
de paella; Gumbo, un caldo con okra de África y salchicha alemana, etc.
Dos señoras leyéndose las cartas. |
En la mañana Ale
se fue caminando al NOMA, Museo de Arte de Nueva Orleans que tienen una
colección pequeña pero bien escogida de arte europeo y americano. Después nos
encontramos en los French Quarters y fuimos tratamos de entrar a Jaques-Imos
que muy a nuestro pesar estaba cerrado y nos cruzamos a un restaurant de pizzas
y ensaladas.
Después de una
merecida siesta (¡que cansado es comer!) paramos en Port of Call por una bebida
llamada Monsoon que estaba en nuestra lista de recomendaciones. Monsoon, como
su temible nombre indica, es una bebida gigantesca de litro y medio con todos
licores que se pueda imaginar, unos hielitos y unas cuantas cerezas. Según
platican es la bebida que los piratas pedían antes de morir... y sí, las
agruras que ocasiona son mortales. Acompañamos nuestro tanque de alcohol con
una papa al horno y una hamburguesa (para amarrar bien la acidez).
Regresamos
tambaleándonos a Frenchmen St. a escuchar a un grupo de Zydeco en The Spotted
Cat. Zydeco es una mezcla entre banda alemana y Rockn’Roll y la gente que sabe
bailarlo lo baila muuuy bien. Nosotros no lo intentamos... tanto.
Día 17. Nuestro
último día en Nueva Orleans (tristeza total) empezó con una buena cruda.
Pasamos por el CAC, centro de arte contemporáneo, a ver una exhibición de la
vida después de Katrina. Nuestro tour de crecimiento cultural siguió en El
Cabildo, el museo de la ciudad justo enfrente de la Plaza de Armas. Así es,
todavía conserva su nombre español.
El lunch que
siguió fue una de las mejores cosas que le pudieron haber pasado a Sebastián. Por
fin pudimos entrar a Jaques-Imos que Robin describió como deliciosamente
decadente y Sebas no podrías estar más de acuerdo. Pedimos varias entradas,
entre ellas un Smoked Boudin: una especie de salchicha rellena de pollo con
arroz con una salsa blanca. Sebas estaba verdaderamente extasiado. Cuando
terminó dijo “Por esto vine a Nueva Orleans; ya me puedo ir” y tal como le pasó
a Santa Teresa, Sebas creyó que caminaba en las nubes.
Sebas en la Plaza de Armas |
Este es el Boudin |
Después de un
merecido café regresamos a la calle del restaurant favorito de Sebas, junto al
cual esta The Maple Leaf. A este bar Nick, un cuate que conocimos ahí, describe
como una de las arterias principales al corazón cultural de Nueva Orleans.
Escuchamos a una banda increíble, The Trio, conformada de dos bateristas y un
tecladista que improvisaron toda la noche.
Día 19. Partimos rumbo a Houston. Lo único que nos faltaba de la lista de Robin era probar los Po-boys (Poor Boys) que son sándwiches rellenos de cualquier tipo de carne, con la única condición es que esté frita. Paramos en Olde Tyme en Lafayette, LA en un cenaduría a comer Po-boys de ostras fritas y de pez gato, frito también, mientras escuchábamos Zydeco.
Po-Boy de almejas fritas |
A la salida nos topamos con la hija de la dueña (la reconocimos porque el lugar estaba cu-bier-to con fotos suyas) y le pedimos algunas recomendaciones de grupos de Zydeco. No solo nos dio una lista de sus grupos favoritos sino que también nos invitó un gigantesco Snowball de Hierbabuena.
Después de vivir tres años en Nueva Inglaterra conocimos a gente súper amable e inteligente pero nunca ningún desconocido nos preguntó de donde veníamos para luego regalarnos un helado, como bien dijo Julie Bailis “Stereotypes keep coming back”.
Llegamos a Houston
donde nos encontramos nuestros amigos, Evelyn, Fernando y su familia a comer
pizza a la uruguaya: pizza + pan plano de garbanzo.
Nuestra aventura final es cruzar la frontera y llegar a casa.
a&s
a&s
Three cheers for boudin! And that picture of you two grinning outside the Maple Leaf makes me so happy. A wonderful illustration of the postcard desciption. :)
ReplyDelete¡yo quiero comer así de rico! :)
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